miércoles, 20 de enero de 2016

LA LLAVE

Media noche en aquel pueblo
Alex marchaba muy despacio en su bicicleta, abstraído en sus pensamientos cuando de pronto tropezó con un enorme bulto que estaba tendido en la calle, cayendo aparatosamente al piso. Al incorporarse vio que se trataba de un anciano moribundo. Se acercó a él con prisa para socorrerlo. Más éste en un rápido movimiento lo tomó  por los brazos y le dijo suplicante:
-No hay tiempo, escúchame bien: vuela hasta la esquina de Lexington y Ducados. Allí, debajo de un farol que guarda en su seno una misteriosa luna, encontrarás a un caballero con una llave antigua en sus manos. Olerás su antigüedad aun antes de acercarte.
Dile que eres el guardián.
Te la entregará  y saldrás a toda velocidad hacia el viejo castillo.
Al llegar, abrirás la puerta y entrarás. Un mundo pleno de luz y fantasía y magia te recibirá.-
Dicho esto el anciano se quedó inmóvil con los ojos abiertos.
El joven se alejó del aquel cuerpo muerto y se sentó en la acera sin saber qué hacer. Y pensó.
Y a pesar de lo inverosímil del relato decidió hacer lo que se le pidió. No tenía nada que perder.
Levantó la bicicleta, montó en ella y pedaleó con fuerza. Al llegar al lugar, se asustó. Con nerviosismo vio que todo lo que le había dicho el viejo era verdad.  
Allí estaba el hombre, con la llave, debajo del farol con la luna prisionera. Efectivamente, el rancio olor a de lo antiguo, lo llevó por un momento a recordar los orígenes de la Tierra.
Pasada esta sensación, tomó coraje y se acercó. 
Frente a frente le dijo con voz quebrada:
“Soy el guardián”.
 Dicho esto el caballero lo miró y sin inmutarse le entregó la llave. Alex la tomó y sin mirar atrás se encaminó al castillo.
Al llegar, un intenso escalofrío le recorrió el cuerpo; el lugar tenía siglos, incalculables en realidad y las sombras de la noche le daban un aspecto por demás lúgubre y tenebroso.
Caminó hasta la puerta e introdujo la llave.
Esta se abrió de par en par y una intensa luz de luna arcaica lo cegó.
Siguió su camino y cuando estuvo dentro, todo se cerró a sus espaldas…


Doscientos cincuenta años han pasado, siempre custodiando la entrada al otro mundo, el mundo real.
Ese día, los Originales decidieron que ya era tiempo y decidieron liberarlo.
Esto significaba que regresaría a la vida de sueño pero por poco tiempo; debía salir del castillo, encontrar a su  reemplazante y morir para volver a entrar.
Alex con su cabellera plateada por los rayos de la luna se dirigió hacia la Entrada.
Al abrirla, la oscuridad de este mundo lo confundió.
Se alejó unos metros del Castillo y se topó con aquel caballero de galera y extraño bigote. Parecía que lo estaba aguardando. Su aspecto era el mismo de siglos atrás.
Alex se acercó y le entregó la llave.
Siguió su camino  y se perdió en las oscuras calles del pueblo buscando la más solitaria para tenderse en el  piso.
Muy cerca de allí, Agatha paseaba en su bicicleta absorta en sus pensamientos…


                                                               F      I       N

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