Es un hombre, es
un Dios, es un ángel o tan solo un caminante.
Nació en el origen
de los tiempos y el fin de los tiempos lo aguarda.
Camina la tierra
cada día con su noche, nada lo detiene.
Atraviesa mares,
montañas, desiertos, valles sin dolor, sin cansancio.
En su camino, no
deja ser humano sin mirar,
ya que esa vida se
le revela a través de los ojos.
Allí les lee el
alma para conocer sus alegrías
también sus
miserias, sus sueños y sus frustraciones.
Es un instante tan
solo, suficiente para guardar todo en su saco.
Lleva ese saco mágico
que lo acompaña desde siempre.
Allí están las
historias de todos los seres humanos que caminaron esta tierra.
Niños, niñas, jóvenes,
hombres y mujeres de todas las edades,
de todos los
pueblos, todas las ciudades, de cada caserío perdido en el olvido.
Los alquimistas
antiguos hablaron con él en el siglo doce.
No reveló quien
era, de donde venía, hacia donde iba y para que lo hacía.
Solo dijo un
nombre que ningún ser mortal puede pronunciar,
El nombre de la
primera mujer.
Y es a ella que busca
a través de los siglos, del tiempo, de la historia.
Esa mujer que
nació con él y lleva en su pecho un fragmento de su alma.
Y llegará el día
en que se encontrarán.
Y sus almas otra
vez se unirán gozosas para ser una sola, como al Principio.
Una vez juntos caminarán
tomados de la mano por el resto de los tiempos.
Guardando en los
sacos las historias del hombre.
No tienen apuro,
no existen las horas para ellos.
Saben que, al llegar
a la eternidad, solo amor los aguarda.
Richard
04-07-19