jueves, 19 de marzo de 2020

LA JUGUETERÍA


                                               



Corrían los primeros días del mes de diciembre del año mil novecientos cincuenta dos en la mítica ciudad de Londres.
Un fuerte y aterrador frío había llegado. Esto hizo que la población quemase mucho más carbón para calentarse.
Además, la mayor inversión térmica, causada por una densa masa de aire frío, impedía que el humo y las partículas del carbón se elevaran hacia el cielo y se despejara la ciudad.
La Gran Niebla, como se la llamó en aquel entonces, cubrió Londres y fue uno de los peores impactos ambientales hasta la fecha pues causó la muerte de doce mil londinenses y enfermó a más de cien mil personas. ​
Los hospitales colapsaron dada la enorme cantidad de personas que acudían por sus inconvenientes al respirar y también para ver.
Las calles se tornaron intransitables dada la escasa visibilidad.
Mientras que los delincuentes y asesinos la usaron para llevar a cabo sus delitos.
En las casas de la aristocracia faltaba personal doméstico para sacar de los muebles el hollín que se metía por todas las hendiduras existentes.
Barbijos, echarpes, pañuelos, todo servía para protegerse de la ingestión de la niebla que estaba matando sin piedad.
Y fue en una de las peores mañanas de diciembre que las niñas, Cadence y Amelie les pidieron a sus padres, ir a la juguetería Hamleys.
Eran las hijas de un importante y acaudalado industrial y de una actriz que se había retirado para tener a sus hijas. Había llegado a trabajar con Ava Gardner en un film.
Vivían en las afueras de Londres, en uno de los barrios más aristocráticos de la época.
Teniendo en cuenta que las pequeñas rara vez salían y que su aplicación al estudio era por demás satisfactorio, es que su madre decidió acceder por lo que llamó al chofer.
-Lleva a las niñas hasta la juguetería, aguárdalas el tiempo que sea y tráelas nuevamente a casa Luther, - le pidió Florence, a este noble inmigrante alemán que había llegado a Inglaterra para alejarse de la guerra.
Mientras el hombre preparaba el auto, las niñas se cambiaron de ropas con rapidez y le pidieron dinero a la madre.
-Por favor Amelie, tú eres la mayor, pues tienes trece años ya. Diviértanse, compren lo que les guste y por favor no le quites los ojos de encima a tu hermana, - dijo.
A continuación, las besó y las despidió en la puerta.
Cuando se abrió el portón principal y el coche se internó en el estrecho camino que llevaba a la ruta, el corazón de las niñas latía fuertemente.
Mirando la bella campiña inglesa por las ventanillas, transcurrió el viaje hasta la juguetería. Al llegar, Luther las dejó en la puerta de la misma y les indicó el lugar con lujo de detalles del lugar donde se encontraría estacionado, aguardándolas. Era a setenta metros de Hamleys.
Felices las niñas entraron casi corriendo al lugar y quedaron fascinadas con aquel mundo de sueños y fantasías.
Autos y trenes eléctricos, casas de muñecas, juegos de mesa, animales de todo tipo, instrumentos musicales. Caminaron embelesadas hasta que llegaron a la sección de muñecas.
Allí se encontraron con un bebé, una niña o una mujer hecha de madera, cartón, trapo, plástico, también de madera, porcelana.
De todos los tamaños, pequeñas y gigantes, de todas las profesiones, la doctora y la ama de casa. La niña vestida para soportar el frio y otra para el calor.
Perdieron la noción del tiempo. Era tal la cantidad que no podían elegir. Cadence quería llevarse todas.
Luego de un buen rato, se decidieron y llevaron tres muñecas cada una. Amelie compró una armónica, además.
Al llegar a la caja pagó con el dinero que le había dado su madre y salieron de la tienda felices como nunca.
Más al llegar a la puerta se detuvieron pues la niebla había echado anclas en el centro de Londres y no tenía intenciones de irse. Su densidad y su oscuridad estaba fuera de control.
Las niñas se colocaron sus barbijos y caminaron hacia el auto donde las aguardaba Luther, quien se encontraba apoyado en el capo, fumando un cigarrillo y conversando con un policía a pesar de la poca visibilidad.
Las niñas siguieron su camino casi a tientas, tocando las paredes y esquivando personas que asoladas caminaban con prisa para llegar a sus casas, casi al borde de la desesperación.
A pesar de lo malo de la situación, las hermanas no perdían la tranquilidad. Su madre había trabajado muy bien este tipo de situaciones con ellas. Sabían que no debían perder la calma y rozar con sus manos las paredes en caso de no ver nada hacia adelante.
Presentían que eran pocos los metros que las separaban del chofer por lo que la menor gritó su nombre.
Aguardaron la respuesta más esta no llegó. Fue Amelie la que gritó y más fuerte.
- ¿Por qué gritan niñas? No hace falta pues, aunque soy viejo no soy sordo, - fue la respuesta de alguien detrás de la niebla.
Sorprendidas, se tomaron de las manos fuertemente. Fue la mayor que preguntó.
-Quien es usted? ¿Dónde está? No vemos nada y no encuentro la pared que rozaba con mi dedo, -
-Niñas, niñas, están en mi juguetería, a ver, a ver, que las ayudo con la niebla, - respondió.
Inmediatamente notaron que la niebla comenzaba a disiparse de a poco. Luego de unos minutos todo se aclaró y aquella voz no les había mentido, estaban en una vieja juguetería de barrio y el vendedor estaba de pie frente a ellas con una sonrisa.
Muy amable les preguntó.
- ¿Están bien, se encuentran bien?
Las hermanas no respondieron, estaban algo confundidas.
-Bien, creo que están bien por lo que corresponde les dé la bienvenida a la juguetería más antigua del mundo. Mi nombre es Murat, es de origen turco y significa “Deseo hecho realidad".
Ahora bien, díganme a que debo el placer de su visita. -
-No sabemos señor como llegamos aquí, no era nuestra intención entrar en su juguetería, solo estábamos caminando hacia donde se encontraba Luther para llevarnos a casa. -
- ¿Quién es Luther? Preguntó.
-El chofer de la familia, es alemán, - respondió Cadence algo nerviosa.
-Bueno, tengan calma que les contaré como llegaron hasta acá pero antes permítanme contarles la historia de esta juguetería.
Quizás han escuchado que en la tumba de un niño que vivió durante la Edad de Bronce, hallaron una miniatura de carroza con cuatro ruedas. Ese juguete tiene cinco mil años de antigüedad.
Bien, esa carroza la creamos en esta juguetería que se fundó por aquella época, no recuerdo exactamente el día o el año. Turquía fue el lugar elegido por los dueños.
Después de muchos años allí, comenzamos a mudarnos y si no me equivoco, estuvimos en casi todas las ciudades del mundo. Hasta llegar a Londres. ¿Mañana? ¿Quién puede saber dónde estaremos mañana?
Esa es, en pocas palabras, la historia de este lugar.
Y ustedes quieren saber cómo es que están aquí ¿Cierto?,- preguntó. Las niñas asintieron con la cabeza.
-Pues bien. La niebla las trajo, las abrazó, las tomó de la mano y entraron.
Quiero decirles que no corren ningún tipo de peligro, no deben preocuparse por nada.
La juguetería desea ser recorrida y amada por los niños de todo el mundo, necesita ese amor, se nutre pues fue creada con el amor de los dioses hacia los seres humanos.
Adelante, adelante, caminen, recórranla, tenemos siete pisos con juguetes de toda clase y para toda edad. Piensen que durante más de cinco mil años estuvimos creando juguetes.
Vayan, vayan, que le pediré a mi esposa les preparé un té para comer con los Gingerbread Men, - dijo feliz y amable.
Las niñas dudaron, pero luego la curiosidad y la ansiedad por recorrer aquel paraíso de juguetes pudo más…

Mientras tanto, en la Londres castigada en aquellos años, la búsqueda de las niñas perdidas no se detenía.
Pero pasados tres años, la policía cerró el caso. DESAPARECIDAS era la carátula en el expediente.
Los padres no se resignaron y continuaron la búsqueda.
Al cabo de unos años, toda la fortuna que había amasado la familia, la gastaron en detectives privados, militares, políticos, médiums, astrólogos y videntes.
Quedaron en la calle, pidiendo limosna en la misma acera donde habían desaparecido Cadence y Amelie.
Al mismo tiempo, pero en otro lugar, ni lejos ni cerca, las niñas seguían recorriendo metro a metro aquel cielo para niños.

Richard
18-03-20

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