A muchos años de
aquel día vivo en la playa, en mi vieja cabaña.
No estoy solo, mi
perro me acompaña y me cuida.
Mis libros me
regalan cientos de vidas pasadas y futuras
y mis historias me
llevan a conocer el mundo y el espacio.
El fuego me da
calor, el viento me refresca.
El agua calma mi
sed, la luna mi ansiedad.
El sol me fortalece,
el olvido me cura.
Las cicatrices
desaparecen bajo capas de soledad.
Camino por la
arena hasta perderme en la inmensidad.
Más las gaviotas
me enseñan el camino de regreso.
La tierra y el mar
me dan el sustento, no tengo hambre.
Tengo lo que
necesito pues el planeta me lo da.
En aquel lejano día,
el tiempo se detuvo para mí.
Fue cuando ella abrió
la puerta y se fue.
Solo sombras,
gritos y demonios quedaron.
Conviví con ellos
y me atormentaron hasta que decidí olvidar.
Ya no recuerdo su
rostro, sus ojos, sus manos,
no recuerdo su
voz, su sonrisa, su tristeza.
Yo no quise
quedarme con su recuerdo.
Ella no querría la
recordara y cumplí.
Ahora es solo un
pequeño punto en el Universo eterno.
Sin nombre ni
historia, sin cuerpo, sin alma.
Recuperé mi tiempo
y hago con él lo que quiero.
Vivo, leo, escribo
y camino con mi perro bajo un cielo estrellado,
mientras la luna
me cuenta historias de la eternidad.
Richard
02-04-20
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