lunes, 3 de febrero de 2020

INOCENCIA INTERRUMPIDA




Su nombre es Mía y nació en el agua.
Era una niña de seis años, dulce y solitaria.
Sus ojos verdes eran esmeraldas, su sonrisa un arco iris.
Vivía su infancia en un pueblo chiquito, perdido entres bosques y mar.

Dormía entre algodones y jugaba sobre nubes blancas.
Sus mejores amigas eran las aves en la playa,
el sol de la mañana, los colores del atardecer y las estrellas en la noche.
Jugaba a las escondidas con los duendes del bosque entre luciérnagas encendidas

Escuchaba a las sirenas cantar lejanas canciones cuando la luna bajaba.
Luego se dormía abrazada a ella mientras las estrellas cerraban los ojos.
Ángeles alados se acomodaban en los recovecos de su cuarto,
y amigas imaginarias se escondían entre juguetes.

Más una tormenta de rayos y truenos se acercaba poco a poco
para romper aquella soñadora e inocente infancia.
Al llegar, sus miles de frágiles sueños se echaron a volar.
Fueron los gritos, las peleas, los platos rotos, portazos y amenazas.

Y fueron el silencio y el llanto que llegaron para quedarse.
Papá se había ido de casa y mamá se había quedado sola.
A él no lo vio más y a ella no la vio sonreír otra vez.
Su hogar se convirtió en un sarcófago oscuro y siniestro.

Mía se refugió en la playa, pues sus duendes seguían visitándola.
Las sirenas seguían cantando y los delfines saltando.
Solo con ellos sentía alegría, también con las estrellas y la luna.
Y un día se metió en el mar con su muñeca preferida y vivir en él.

El recibimiento que tuvo fue mágico en aquel reino de agua.
Hadas de todo tipo y tiempo le concedían deseos.
Los hipocampos la llevaban de paseo por arrecifes de coral.
Y sentada en su regazo, escuchaba viejas historias que Poseidón le contaba.

Mientras, en la orilla de la eterna playa, sus padres aguardaban a verla otra vez.
Construyeron una cabaña de madera para el día que decidiera regresar
Querían verla caminar con sus pequeños pies sobre la arena caliente.
Querían abrazarla y pedirle perdón, besarla y darle amor.

Minutos, años, siglos, nadie sabe el tiempo que pasó
Y un día ella a la playa regresó.
Dejo el mar para encontrarlo a él.
Era una bella mujer que creció en el reino del mar.

Y caminando hallo la casa que construyeron sus padres.
Al recorrerla los recordó y leyó la palabra PERDON en cada rincón.
Mas al llegar a la cama, a su eterno amor encontró durmiendo.
Se acostó a su lado, el despertó, se tomaron de la mano.

Para perderse juntos en el mar rodeados del amor del océano y su reino mágico.









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