La luna le estaba
dando luz a la mitad del mundo.
Mientras de este
lado un gorrión rojo volaba errante en la noche.
Tenía una tarea,
alguien se la encomendó.
Y allá va, orgulloso
y decidido pues nada lo detendrá.
Llegó y se posó en
las viejas maderas del marco de mi ventana.
Me miró a través del
vidrio y lo dejé entrar.
Cuando abrí, voló raudo
hacia mi cuarto, atravesando la casa.
Se quedó inmóvil sobre
la alfombra marrón, un regalo de mi abuela.
Encendí de la luz
de la lámpara, lo miré y el gorrión me miró.
Sentí que lo
enviaron para algo sin saber para qué.
Miré y pensé, una
y otra vez y otra vez más.
Hasta que aquella
ave comenzó a picotear la alfombra.
Se alejó, se posó
en el cuadro de La calle de los Suspiros y me miró.
Levanté la
alfombra y un dolor enorme me apresó.
Era un océano de
tristezas, oscuro, sin luna que apareció.
Y sobre el flotaban
palabras no dichas, mil promesas incumplidas, decenas de mentiras.
Cientos de verdades
a medias, penas eternas, sueños perdidos, besos sin labios, soledades.
Caricias no
regaladas, manos frías, silencios de amor, adioses sin miradas.
Recuerdos putrefactos,
recuerdos intactos, recuerdos.
Todo lo fui escondiendo
debajo de la alfombra en forma de sueños.
Debía sacar todo
de allí, no podían permanecer más en ese lugar.
Y mientras mis lágrimas
surcaban mi cara y mi garganta se desgarraba a gritos,
todo comenzó su vuelo
hacia ese rincón del Universo donde se guardan las tristezas.
Entre brumas
aparecieron rostros, gestos, palabras, manos, besos, despedidas.
El gorrión levantó
vuelo y salió por la ventana, heroico.
Fue allí que mi
corazón latió más fuerte, fue allí que mi alma sonrió,
al sacudirse el
polvo acumulado por siglos.
Sé ahora que no
esconderé más mis penas debajo de la alfombra.
YA
NO MAS
Richard
04-12-18 editado
26-04-19
No hay comentarios.:
Publicar un comentario