miércoles, 18 de diciembre de 2019

LA TIENDA DE LIBROS. 1ra. parte





Era un amanecer frío y desolado. Uno más en el despiadado invierno que azotaba la región. El manto de niebla cubría el pueblo hasta las afueras, creando una atmósfera melancólica, casi fantasmagórica.
No eran las siete de la mañana cuando de pronto, el viento dejó de soplar ansioso y unas enormes gotas de agua comenzaron a caer estrepitosas sobre los tejados y chapas de zinc.
En minutos, la lluvia arreciaba y las ráfagas de viento cruzaban las calles de lado a lado.
David y Lucas se levantaron temprano como siempre y se quejaron por la inclemencia del tiempo. No soportaban la idea de un sábado encerrados en sus casas. Quizás en otras si.
Era un amanecer frío y desolado. Uno más en el despiadado invierno que azotaba la región. El manto de niebla cubría el pueblo hasta las afueras, creando una atmósfera melancólica, casi fantuasmagórica.se con Emma en su casa que era más grande y tenía una coleccion enorme de videojuegos.
Se habían conocido en el Jardín de Infantes a los cinco años de edad y ocho años después no hacían nada por separado.
Cuando los chicos llegaron, Victoria, la madre de la niña los hizo entrar por el garaje ya que estaban empapados y no quería que le mojaran la alfombra si entraban por el living.
Una vez secos gracias a la toalla que les proveyó la madre de Emma, la saludaron con un beso y fueron corriendo al cuarto donde estaba atrincherada la incipiente adolescente.
Se alegró mucho al verlos y los invitó a quedarse todo el día. Estos aceptaron y le avisaron a Victoria, quien se debió encargar de comunicarles a los padres de los muchachos que se quedaban allí, de las vituallas y el almuerzo para tres.
Felices se acomodaron en los almohadones diseminados por el piso y conversaron, escucharon música, miraron tele, comieron y jugaron juegos de video hasta hartarse.
Casi al atardecer la lluvia cesó y algún furtivo rayo de sol comenzó a colarse entre las copas de los árboles. Mas no duraron mucho pues las nubes grises corrían despavoridas en el cielo gris, azul, naranja por momentos.
Los amigos comenzaron a saltar de la alegría. Hasta que David dijo:
-Alto, ¿me quieren decir por qué saltamos? ¿Acaso podemos hacer algo a esta hora? El día está perdido-, dijo lamentándose.
Se miraron, se desparramaron en los almohadones otra vez y pensaron.
Hasta que Lucas gritó.
-Si, tenemos algo que hacer y ya sé que. Hace mucho tiempo que planeamos ir y nunca lo hacemos. Vayamos a la tienda de libros abandonada-.
- ¿Estás loco? -, preguntó Emma.
-Solo a vos se te ocurre ir. En un rato será de noche y es un lugar siniestro. Quien sabe que podemos encontrar allí. Hace más de veinte años, o diez que cerró sus puertas-.
-Y según mi madre, los dueños están muertos allí adentro-, acotó David.
-Ah sí… ¿Y quién cerró la tienda entonces? -
-Dicen que fue la hija, Estefanía, que al poco tiempo abandonó el pueblo y abrió una tienda de productos para adultos en la gran ciudad -, acotó la niña.
Se hizo un silencio sepulcral por largos minutos. Las risas cómplices fueron contenidas, pero debieron redoblar esfuerzos para no estallar de la risa.
-Vamos antes que sea más de noche -, dijeron al unísono.
Al grito de Emma: “NOS VAMOS MA”, salieron en fila india del garaje, montados en sus bicicletas.
Ya la calle languidecía entre neblinas y penumbras.
Atravesaron el pueblo y no vieron a una sola alma.
Al llegar a las cinco esquinas, se detuvieron frente a la Tienda y la contemplaron.
Su aspecto era fantasmal. Los vidrios estaban rotos, el cartel destrozado, maderas mal clavadas sobre las ventanas. La puerta, estaba ennegrecida por la humedad y desencajada. Las cadenas con candados brillaban por el óxido, la suciedad en la vereda era macabra y la oscuridad espesa, pues el farol que debía iluminar la entrada estaba muerto.
-Bien, ¿Cómo entramos? -, preguntó Emma.
Lucas sonrió y dijo al mismo tiempo que extraía algo de su mochila.
-Fácil, con esta cizalla-. Fue entonces que cortó el candado y todo comenzó a caer al piso con estrépito, las cadenas y las maderas podridas y algunos bichos muertos.
Una vez adentro, encendieron sus linternas y comenzaron a recorrer el salón.
Un helado escalofrío les corría por la espalda con los pequeños crujidos, el silencio lúgubre, la oscuridad y el desorden reinante.
Siguieron avanzando y se toparon con una enorme puerta de madera la cual atravesaron con cierta dificultad pues era muy pesada y les costó empujarla.
Al abrirla, se encontraron con un largo y angosto pasillo.
Con sus linternas encendidas llegaron al final del mismo y notaron que una luz amarillenta, débil y nostálgica se escapaba por debajo una puerta algo más pequeña que la anterior.
Decidieron llegar hasta ella y se detuvieron a pocos centímetros para leer un cartel de madera antigua clavado con un clavo oxidado.
SOBRE PIRATAS, BUCANEROS, CORSARIOS Y FILIBUSTEROS.
Era lo que estaba escrito. Fue entonces que los tres se miraron un tanto nerviosos pues no sabían con que se encontrarían.
Emma, decidida tomó el picaporte y empujó la puerta que se deslizó lentamente hasta quedar abierta de par en par.
Fue David el que entró primero...

Continuará...
2da. y última parte, el día 20-12-19

Richard.
18-12-19

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