…La sorpresa lo
dejó sin habla. Detrás de la puerta había una playa soñada, desierta.
La arena blanca,
las palmeras, el calor y el cálido viento le recordó el viaje a Cancún en
vacaciones con sus padres.
-Vengan, entren,
esto es increíble-, les dijo eufórico a sus amigos.
Cuando la vieron ninguno
podía reponerse del asombro. Hasta que comenzaron a dudar.
¿Estamos
despiertos o dormidos? , - preguntó Lucas.
Como nadie estaba
seguro, comenzaron a pellizcarse la cara y los brazos, con el agregado de alguna
patada entre los varones. Llegaron a la conclusión que estaban despiertos pues
algunos habían dolido.
Decidieron
disfrutar ese momento y corrieron hacia el mar cristalino. Al llegar a la
orilla se sacaron las zapatillas y se zambulleron, la niña con la remera
puesta, los varones con el torso desnudo.
El agua cálida fue
una dulce caricia para sus atribuladas almas luego de un día gris, con lluvia y
frio en aquel interminable invierno.
Cuando salieron
del agua, el estupor los inmovilizó. No podían entender como no lo habían visto
antes. Estaban a los pies de un fuerte en ruinas y cientos de casas destruidas.
Consternados
caminaron por aquel lugar devastado sin saber de qué se trataba. Hasta que de una
casa sin paredes ni techo salió un hombre a su encuentro. A juzgar por sus
ropas era un pirata.
- ¿Que hacéis
aquí, de donde sois vosotros? -, preguntó.
Los niños no
hablaron.
El pirata se
encogió de hombros para decir.
-Ya no importa. Yo
tampoco importo. Todo está perdido en Port Royal. – dijo sumamente contrariado.
Los tres se
miraron. Allí Emma recordó la historia del famoso puerto de Jamaica.
Fue entonces que el
pirata comenzó a hablar. Solo se detenía para beber un trago de ron de su
pequeña garrafa. Luego continuaba con su monólogo, sentado sobre un bote o lo
que quedaba de él.
-Hace dos meses ya
del cataclismo que hizo desaparecer la ciudad bajo las olas del mar de las
Antillas. Una marejada así nunca nadie la había visto, ni el más avezado y
viejo lobo de mar pudo siquiera imaginarla.
En pocos minutos se
desató el horror y los barcos cargados en los muelles fueron reducidos a un
montón de tablas. Lo peor fue cuando parte de la isla comenzó a hundirse. Murieron
casi todos.
Era nuestra
Capital pirata pues aquí se almacenaba todo lo que le arrebatábamos a los
galeones españoles. Éramos felices hasta que el Dios Poseidón quien sabe
porque, se enojó y nos quitó todo.
En fin, ya les
contaré más pero ahora cuéntenla así a sus amigos.
Yo me iré en busca
de más ron y de un barco pirata para seguir surcando los mares.
Adiós -, dijo y se
perdió en la playa llena de escombros, objetos destrozados y tristeza.
Los tres niños quedaron
fascinados con la historia y la comentaron por un buen rato.
Hasta que Emma
preguntó si alguno tenía reloj o sabía la hora. Al no tener idea decidieron
regresar.
Solo se les
ocurrió cerrar los ojos. Al abrirlos estaban otra vez frente a la puerta que
habían atravesado. Se miraron y rieron con ganas.
-Estuvimos adentro
de un libro-, dijo la niña.
Los amigos
asintieron. Luego los tres desandaron el largo pasillo que ahora tenía una
puerta al lado de la otra. Como si fueran las portadas de los libros más fantásticos
de la historia.
Todas tenían un
cartel de madera clavado con distintos títulos:
“LA ATLANTIDA”, “LA ILIADA”, “LA ODISEA” “LA BIBLIA”, “MITOS
Y LEYENDAS GRIEGOS”, “JULIO VERNE” “LAS CRUZADAS”, MITOS Y LEYENDAS
ORIENTALES”, LA VERDADERA HISTORIA DE DRACULA” …
Al llegar a la
puerta de salida, comenzaron a leer el cartel antiguo escrito en letra extraña.
“La vida es
sueño y también fantasía. La vida es risa y llanto, día y noche, demonios y ángeles,
luz y oscuridad. Aventuras y serenidad. Aprendizaje.
Miles de libros escritos en cientos de siglos no mienten. Lee.” Año 1.
Salieron a la
calle eufóricos y repletos de felicidad.
David propuso
entonces pincharse el índice de la mano derecha con una aguja que tenía Emma en
su mochila.
Luego los juntaron
y con cada gota de sangre sellaron el pacto.
Juraron no decirle
a nadie lo que habían hallado y que todas las semanas vendrían a la Tienda de
libros, para abrir una puerta y vivir la historia…
Los tres amigos
cumplieron con la promesa por casi tres años. Cada semana abrían una puerta y vivían
el libro elegido.
Hasta que una
mañana, el sonido de potentes motores en la calle, despertaron a todos.
Los tres salieron
y los siguieron. Cuando se detuvieron en las Cinco esquinas, la tristeza los
invadió pues aquellos monstruosos camiones de volteo y excavadoras habían
llegado para demoler lo que quedaba de la vieja Tienda.
Comenzaron a mirar
cómo se destruía la conexión que tenían con un mundo de fantasía, irreal y
verdadero al mismo tiempo.
Estaban sentados
en la vereda de enfrente cuando de pronto se detuvo un auto negro.
Al abrirse la
puerta, una mujer de unos treinta años se bajó y se acercó a ellos.
-Hola chicos. Soy Estefanía
-, les dijo.
- ¿Puedo
invitarlos a tomar un helado así conversamos? -, preguntó. Todos asintieron, sabían
de quien se trataba.
Sentados en los
cómodos sillones de la heladería comenzaron a charlar y fue la mujer la que
rompió el hielo.
-Bien, quiero que
sepan que estoy al tanto del descubrimiento que han hecho en la tienda de
libros de mis padres hace tres años y eso me ha hecho muy feliz.
Que otros seres
humanos disfruten lo que descubrió mi papá es algo mágico. Y ustedes han
demostrado que nada está perdido, que la vida de los libros sigue intacta y que
mi padre no se quemó la vista con aquel libro secreto que le regaló un
alquimista, en vano.
Quiero
agradecerles todo lo que hicieron y por ello he decidido levantar de las viejas
cenizas, una nueva tienda de libros. Más moderna, para que mucha gente la
visite y lea todo lo que pueda y quiera leer.
Habrá libros de
todo tipo, mesas para tomar café o helado, música de fondo y luces cálidas para
que se sientan a gusto.
Y no se preocupen
que la puerta para ustedes estará siempre abierta. Una vez que se abre no se
puede cerrar. Hasta podemos ir juntos, pues quiero llevar a mi hijo de cuatro
años -, dijo con una feliz sonrisa.
Los tres jóvenes
no cabían en su cuerpo. La felicidad era inmensa.
Continuaron
conversando por horas hasta que Emma preguntó.
- ¿Estefi, como se
llamará la tienda? .-
-Hay un solo
nombre posible mi querida niña…
“LOS TRES AMIGOS” –,
dijo emocionada.
Richard
20-12-19
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