viernes, 20 de diciembre de 2019

LA TIENDA DE LIBROS. 2da, y última parte.


…La sorpresa lo dejó sin habla. Detrás de la puerta había una playa soñada, desierta.
La arena blanca, las palmeras, el calor y el cálido viento le recordó el viaje a Cancún en vacaciones con sus padres.
-Vengan, entren, esto es increíble-, les dijo eufórico a sus amigos.
Cuando la vieron ninguno podía reponerse del asombro. Hasta que comenzaron a dudar.
¿Estamos despiertos o dormidos? , - preguntó Lucas.
Como nadie estaba seguro, comenzaron a pellizcarse la cara y los brazos, con el agregado de alguna patada entre los varones. Llegaron a la conclusión que estaban despiertos pues algunos habían dolido.
Decidieron disfrutar ese momento y corrieron hacia el mar cristalino. Al llegar a la orilla se sacaron las zapatillas y se zambulleron, la niña con la remera puesta, los varones con el torso desnudo.
El agua cálida fue una dulce caricia para sus atribuladas almas luego de un día gris, con lluvia y frio en aquel interminable invierno.
Cuando salieron del agua, el estupor los inmovilizó. No podían entender como no lo habían visto antes. Estaban a los pies de un fuerte en ruinas y cientos de casas destruidas.
Consternados caminaron por aquel lugar devastado sin saber de qué se trataba. Hasta que de una casa sin paredes ni techo salió un hombre a su encuentro. A juzgar por sus ropas era un pirata.
- ¿Que hacéis aquí, de donde sois vosotros? -, preguntó.
Los niños no hablaron.
El pirata se encogió de hombros para decir.
-Ya no importa. Yo tampoco importo. Todo está perdido en Port Royal. – dijo sumamente contrariado.
Los tres se miraron. Allí Emma recordó la historia del famoso puerto de Jamaica.
Fue entonces que el pirata comenzó a hablar. Solo se detenía para beber un trago de ron de su pequeña garrafa. Luego continuaba con su monólogo, sentado sobre un bote o lo que quedaba de él.
-Hace dos meses ya del cataclismo que hizo desaparecer la ciudad bajo las olas del mar de las Antillas. Una marejada así nunca nadie la había visto, ni el más avezado y viejo lobo de mar pudo siquiera imaginarla.
En pocos minutos se desató el horror y los barcos cargados en los muelles fueron reducidos a un montón de tablas. Lo peor fue cuando parte de la isla comenzó a hundirse. Murieron casi todos.
Era nuestra Capital pirata pues aquí se almacenaba todo lo que le arrebatábamos a los galeones españoles. Éramos felices hasta que el Dios Poseidón quien sabe porque, se enojó y nos quitó todo.
En fin, ya les contaré más pero ahora cuéntenla así a sus amigos.
Yo me iré en busca de más ron y de un barco pirata para seguir surcando los mares.
Adiós -, dijo y se perdió en la playa llena de escombros, objetos destrozados y tristeza.
Los tres niños quedaron fascinados con la historia y la comentaron por un buen rato.
Hasta que Emma preguntó si alguno tenía reloj o sabía la hora. Al no tener idea decidieron regresar.
Solo se les ocurrió cerrar los ojos. Al abrirlos estaban otra vez frente a la puerta que habían atravesado. Se miraron y rieron con ganas.
-Estuvimos adentro de un libro-, dijo la niña.
Los amigos asintieron. Luego los tres desandaron el largo pasillo que ahora tenía una puerta al lado de la otra. Como si fueran las portadas de los libros más fantásticos de la historia.
Todas tenían un cartel de madera clavado con distintos títulos:
“LA ATLANTIDA”, “LA ILIADA”, “LA ODISEA” “LA BIBLIA”, “MITOS Y LEYENDAS GRIEGOS”, “JULIO VERNE” “LAS CRUZADAS”, MITOS Y LEYENDAS ORIENTALES”, LA VERDADERA HISTORIA DE DRACULA” …

Al llegar a la puerta de salida, comenzaron a leer el cartel antiguo escrito en letra extraña.
La vida es sueño y también fantasía. La vida es risa y llanto, día y noche, demonios y ángeles, luz y oscuridad. Aventuras y serenidad. Aprendizaje.
Miles de libros escritos en cientos de siglos no mienten. Lee.” Año 1.
Salieron a la calle eufóricos y repletos de felicidad.
David propuso entonces pincharse el índice de la mano derecha con una aguja que tenía Emma en su mochila.
Luego los juntaron y con cada gota de sangre sellaron el pacto.
Juraron no decirle a nadie lo que habían hallado y que todas las semanas vendrían a la Tienda de libros, para abrir una puerta y vivir la historia…

Los tres amigos cumplieron con la promesa por casi tres años. Cada semana abrían una puerta y vivían el libro elegido.
Hasta que una mañana, el sonido de potentes motores en la calle, despertaron a todos.
Los tres salieron y los siguieron. Cuando se detuvieron en las Cinco esquinas, la tristeza los invadió pues aquellos monstruosos camiones de volteo y excavadoras habían llegado para demoler lo que quedaba de la vieja Tienda.
Comenzaron a mirar cómo se destruía la conexión que tenían con un mundo de fantasía, irreal y verdadero al mismo tiempo.
Estaban sentados en la vereda de enfrente cuando de pronto se detuvo un auto negro.
Al abrirse la puerta, una mujer de unos treinta años se bajó y se acercó a ellos.
-Hola chicos. Soy Estefanía -, les dijo.
- ¿Puedo invitarlos a tomar un helado así conversamos? -, preguntó. Todos asintieron, sabían de quien se trataba.
Sentados en los cómodos sillones de la heladería comenzaron a charlar y fue la mujer la que rompió el hielo.
-Bien, quiero que sepan que estoy al tanto del descubrimiento que han hecho en la tienda de libros de mis padres hace tres años y eso me ha hecho muy feliz.
Que otros seres humanos disfruten lo que descubrió mi papá es algo mágico. Y ustedes han demostrado que nada está perdido, que la vida de los libros sigue intacta y que mi padre no se quemó la vista con aquel libro secreto que le regaló un alquimista, en vano.
Quiero agradecerles todo lo que hicieron y por ello he decidido levantar de las viejas cenizas, una nueva tienda de libros. Más moderna, para que mucha gente la visite y lea todo lo que pueda y quiera leer.
Habrá libros de todo tipo, mesas para tomar café o helado, música de fondo y luces cálidas para que se sientan a gusto.
Y no se preocupen que la puerta para ustedes estará siempre abierta. Una vez que se abre no se puede cerrar. Hasta podemos ir juntos, pues quiero llevar a mi hijo de cuatro años -, dijo con una feliz sonrisa.
Los tres jóvenes no cabían en su cuerpo. La felicidad era inmensa.
Continuaron conversando por horas hasta que Emma preguntó.
- ¿Estefi, como se llamará la tienda? .-
-Hay un solo nombre posible mi querida niña…
“LOS TRES AMIGOS” –, dijo emocionada.

Richard
20-12-19

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