lunes, 9 de diciembre de 2019

UNA HISTORIA DE AMOR


PAULA y…

Encendió su enésimo cigarrillo, el motor del auto y la radio.
No quiso mirar atrás para verlo arrodillado en medio del pavimento solitario.
Tomó la vieja ruta azul en su Chevrolet dos mil para no volver.
Sus ojos negros estaban llenos de sueños rotos, nublados de tristezas.

Lo amaba con el alma pues era un buen hombre con el alma arrollada.
Lo odiaba cuando se emborrachaba, dormía todo el día y perdía el trabajo.
Lo amaba cuando la miraba, la besaba y hablaba de futuros, niños y playas.
Lo odiaba cuando regresaba ebrio y dormía tirado en el jardín.

Él decía querer ayuda, cuando en realidad no la pedía ni la deseaba.
Ella lo ayudó sabiéndolo, pero con una esperanza en su corazón
Aun sin plata y con hambre, lo apoyó y lo acompañó.
Hasta que un día, sin querer se embarazó.

Cuando lo perdió, no se lo pudo perdonar y al cielo lloró.
Siguió ayudándolo en vano, pues nada lo hacía reaccionar, ni el hijo perdido.
Y decidida a vivir, tomó la decisión en una noche sin luna.
Le dejó algo de dinero y le avisó a la hermana que se iba.

Durante el viaje el dolor y la culpa no la dejaban pensar.
Se detuvo a un costado de la ruta y gritó y lloró, nada adentro quedó.
Siguió conduciendo pues quería llegar al pueblo donde nació y creció.
Allí la aguardaba su madre solitaria con los brazos abiertos y el corazón riendo.

Paula necesitaba llenarse los ojos otra vez de amaneceres y cielos azules.
Necesitaba mojarse con la lluvia y secarse con el viento.
Necesitaba un abrazo, un beso, una palabra de amor.
Necesitaba regresar a la vida que había soñado vivir.


                                                   …y JAVIER

Aun borracho, al escuchar la puerta de calle corrió para alcanzarla.
Cayó de bruces al piso cuando la vio alejarse.
Sintió que el mundo era un basural y que su vida era una basura.
Sintió que no valía la pena seguir viviendo.

La amaba con locura, era la única mujer que había amado.
A su madre esquizofrénica la odió, a sus hermanas psicóticas también.
Su padre se fue una noche para nunca regresar.
El hizo lo mismo a los diecinueve años.

Pudo terminar en una zanja tirado, muerto, pero alguien lo salvó.
Paula se acercó esa noche y lo sacó del barro.
Charlaron hasta que las primeras luces asomaron entre las hojas de los árboles.
Ella lo llevó a su casa, le dio un techo y contención.

El amor no tardó en llegar y eso hizo que, por un tiempo Javier no bebiera.
Consiguió trabajo y feliz estaba después de muchos años.
Hasta que en una reunión de amigos que no lo eran, comenzó con una copa.
Entre cuatro lo dejaron en el jardín donde durmió hasta el mediodía.

Hablaron y acordaron era la primera y única vez.
La realidad fue que había sido el comienzo de la caída final.
No pudo dejar de beber, estaba adormecido, su alma casi muerta.
Y el amor de ella no alcanzó para sacarlo de su mundo de sombras.

Cuando ella se fue sintió que lo merecía.
Sintió que no merecía un tipo como él.
Sintió que no podría escalar la montaña
Y nada sintió cuando la bala atravesó su cabeza.

                                          PAULA Y JAVIER.

Fue a los pocos días que ella se enteró.
El recuerdo no la dejaría en paz ni aun moribunda en su lecho.
Fue la vida que los separó para que la muerte los uniera
Hoy caminan juntos entre las arenas del tiempo felices, soñando una nueva vida.
 

Richard
09-12-19





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