Cecilia abrió los
ojos de forma abrupta. Se dio cuenta inmediatamente que se había quedado
dormida. Atrapó su reloj despertador con desesperación y con ojos desorbitados
vio que debió despertarse media hora antes.
Saltó de la cama y
corrió a la toilette donde apenas se lavó, se vistió con lo primero que
encontró para luego salir a los tropezones y golpes del departamento.
No quiso esperar
al ascensor y bajó los escalones de a dos por la oscura escalera.
Al llegar a la
puerta del edificio se encontró con el portero quien la saludó con cordialidad, algo a lo que ella solo atinó a sonreír por una fracción de segundo.
Salió a la calle enajenada
y corrió hasta la estación de subterráneos. Cuando vio que las rejas estaban
aún bajas y una multitud protestaba contra el sorpresivo paro, tuvo ganas de
llorar.
Más no tenía
tiempo para ello. Buscó un taxi sin tener éxito pues todos estaban ocupados.
Era la hora en que la ciudad toda se ponía en marcha.
Corrió hasta la
parada de autobuses y tomó uno. Debió colgarse de la puerta pues estaba
atestado de pasajeros.
Ya dentro del
mismo debió soportar las viles manos de pervertidos en su culo. Quiso gritar,
pero no lo hizo. Comenzó a pisotear con sus tacones a quien la rozara.
Al llegar a su
destino se bajó, revisó sus pertenencias y se dio cuenta que le habían robado
el teléfono celular.
Llegó totalmente
desencajada y abatida una hora y cuarto más tarde al Museo.
Pidió disculpas a
su supervisora y fue hasta su escritorio.
Antes de
desplomarse en el mismo se sirvió un café negro y lentamente fue vaciando el
contenido de trece enormes cajas con libros provenientes de Escocia. Las habían
enviado desde la Abadía de Iona.
La joven hojeó una
a una las obras y comenzó a clasificarlas por estado y valor histórico.
Esta tarea le
demandó todo el día. Ya de noche y agotada al extremo, decidió irse a su casa a
pesar que le había quedado uno sin ver.
-No, basta, lo
veré mañana-. dijo en voz alta.
Pero sintió una
extraña atracción que la hizo tomar asiento otra vez, abrir el libro y comenzar
a leerlo.
Las lágrimas
comenzaron a surcar sus mejillas y no entendía muy bien porque sus sentimientos
se desbordaban. Se sentía reflejada en la historia. Algo extraño ocurría.
Decidió llevarlo a su casa.
Ya de noche salió
a la calle.
Caminó hasta la
panadería donde compró dos baguettes. Al llegar a la estación de subterráneos
se encontró con que la huelga había sido levantada. Viajó plácidamente mirando
por la ventanilla sin ver nada y pensando mucho.
Llegó y resopló
aliviada. Al cerrar la puerta los zapatos volaron, su ropa cayó al piso y
desnuda como estaba se sirvió un Baileys con hielo.
Fue al baño para
llenar de agua la bañera; luego encendió sahumerios y a su equipo de sonido del
cual brotaron las canciones de Evanescence, su banda favorita.
Cuando estuvo todo
listo se sumergió en la tina y allí se quedó.
Luego de un rato de
sensaciones placenteras, tomó el libro y continuó con la lectura.
Leía y la emoción
la embargaba, sentía esa historia como propia. Abandonó el baño, fue hasta la
cocina donde se preparó un café, comió algo de pan y continuó leyendo.
Al terminar fue
hasta su cuarto. Estaba cansada por lo que dejó el libro en la mesa de noche,
se tapó hasta la cabeza y apagó la luz.
Apenas cerró los
ojos se durmió y el sueño no se hizo esperar; todo se sucedía a un ritmo
vertiginoso; estaba en el campo, en una cabaña, aseando un establo...a lo lejos
veía llegar a un Caballero con provisiones. El día, la noche, el cielo, el
campo, los animales, las flores. De pronto estaba haciendo el amor con ese
hombre, dulce, apasionado como nunca lo había hecho. El tiempo parecía más
lento y los orgasmos eternos. El placer era infinito.
Despertó con los
rayos anaranjados del sol que se colaban por las fisuras de las cortinas que
colgaban de la ventana del cuarto y una sonrisa en su bello rostro.
-Fue un sueño
entonces…el mejor que recuerde, por cierto. - dijo para sí con una mueca traviesa
que iluminó su angelical cara.
Antes de levantarse
besó el libro.
Luego lo guardó en
su cartera para regresarlo a la Biblioteca y fue a darse una ducha antes de
desayunar, vestirse e ir a su trabajo como todos los días. Era temprano.
F I N
Richard
13-03-19
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