Renata había tenido una mala noche, las
pesadillas y los ruidos extraños no la dejaron dormir. Por momentos los sonidos
de pasos dentro del pequeño departamento eran aterradores.
Se levantó a las siete de la mañana como
todos los días y se dio un buen baño con la intención de despertarse pues
estaba por demás somnolienta y cansada.
Al terminar, se envolvió con el toallón y
fue a la cocina para encender el fuego de la hornalla y así calentar el agua de
la pava y prepararse un enorme tazón de café.
Mientras se calentaba, abrió la heladera,
sacó su dulce de higos, dos rodajas de pan y los puso sobre la pequeña mesa,
también dejó una banana que sacó de la frutera.
Más sentía que no era una mañana más, estaba
inquieta, sentía que la observaban de algún lado.
No hizo caso, se sentó en la silla y
comenzó a untar uno de los panes con el dulce. El aroma a café comenzaba a
inundar el sitio.
Estaba sumida en sus pensamientos cuando
de pronto, un fuerte estallido la asustó sobremanera e hizo que se cortara el dedo
con el cuchillo que estaba utilizando.
Miró hacia todas partes buscando el origen
del sonido, pero todo estaba en orden y soledad.
Maldiciendo su suerte, abrió la canilla
del agua fría y lavó la sangre que brotaba de aquel corte.
Con hojas de papel envolvió su dedo índice
y se sirvió el café recién hecho.
Se sentó otra vez para terminar su
desayuno.
El silencio en el departamento era abrumador,
solo se escuchaban los latidos de su corazón.
Comenzó a beber su infusión mirando hacia
la nada. El reloj marcaba las siete con treinta y dos minutos.
De pronto un dolor agudo le atravesó el
estómago y se desmayó.
Despertó muy confundida y adolorida. Como
pudo vio que se encontraba en un hospital y era de noche, no había nadie con
ella.
Intentó levantarse, pero no pudo hacerlo
dado el dolor en su vientre y el suero que tenía conectado a su brazo
izquierdo.
Buscó algún timbre para llamar a la
enfermera. Al accionarlo un agudo chirrido invadió el cuarto.
Aguardó unos minutos hasta que apareció
una figura descomunal, una enfermera que pesaría doscientos kilogramos
aproximadamente.
Sin saludar siquiera, la preguntó el
motivo del llamado.
-Por favor, me gustaría saber cómo llegue
aquí y que me hicieron pues no recuerdo nada. - dijo Renata.
La mujer, desagradable por demás, la miró
y con cierto desgano le dijo:
-Cuando venga la Doctora le informará. - Y
se fue.
Más confundida que antes, no obstante,
decidió dormir y aguardar el día.
Despertó a las pocas horas con una serena luz
entrando por la ventana a través de las cortinas.
Sus dolores eran intensos por lo que llamó
otra vez a la enfermera.
Esta vez, apareció por la puerta del
cuarto una mujer tan delgada que no podía creer se mantuviera en pie.
-Muy buen día señorita Renata, espero haya
dormido bien. Dígame en que puedo ayudarla. - le dijo.
Asombrada por la cordialidad le preguntó
por la Doctora.
La enfermera le respondió:
-Señorita Renata, todo a su debido tiempo.
- Dicho esto se dio media vuelta y se fue.
Los miedos recorrieron su espalda. No sabía
dónde estaba, porque estaba allí, como había llegado y que le habían hecho. Y
para colmo no tenía con quien hablar. No podía imaginar siquiera, donde se
encontraba su celular.
Juntando coraje, volvió a accionar el timbre,
pero nadie acudió.
Cansada y atemorizada intentó calmarse y dormir.
Al hacerlo cayó en un sueño profundo. En
él, se encontraba en su casa, en su cama, haciendo el amor de forma salvaje con
un desconocido.
Su éxtasis era imposible de describir. Tampoco
de su partenaire que definitivamente no era su novio.
Podía sentir en el sueño cada orgasmo y su
mundo vibró cuando aquel hombre inundó su vientre de estrellas. No podía
recordar otra vez que sintiera tanto.
De pronto y sin interrupciones, estaba en
un auto fúnebre que corría a toda velocidad por una ruta vacía y oscura. No
podía moverse.
En un momento se detuvo y escuchó el ruido
de puertas abriéndose y los pasos de personas con prisa que la subían a ella en
una camilla.
-Ya comenzó el trabajo de parto. - escuchó
decirle a alguien mientras la llevaban casi corriendo hacia algún lugar.
Pudo sentir como la preparaban para dar a
luz y escuchar una voz de hombre que decía:
-Si no puede tenerlo de forma natural, córtenla.
-
Esto la despertó de su aterrador sueño,
recordando todo.
También cuando la llevaron a aquel cuarto sombrío
de hospital, la acostaron y la dejaron sola.
Volvió a tocar el timbre de forma
insistente. La descomunal enfermera se paró en la puerta y le dijo con ronca
voz:
-Cálmese que en pocos minutos vendrá la
doctora y le traerá a su hijo. -
Lejos de calmarse, se horrorizó con la
noticia.
¿Hijo? ¿Cuándo, de quién? Si hasta hace pocos
días era una mujer sin compromisos serios, una empleada de Tribunales, con
Jorge, su novio de la adolescencia, viviendo sola en un departamento de un
ambiente y medio.
¿Hijo? ¿Cómo pudo ocurrir?
Dejó las cavilaciones de lado cuando
escuchó pasos.
Y allí estaba, una doctora muy bella y
sofisticada, tanto que parecía estrella de Hollywood.
Con voz muy envolvente y una sonrisa
esplendida se presentó.
-Hola Renata, soy Camila, la doctora que
ayer trajo a tu hijo al mundo. Aquí lo tienes. -
Fue entonces que ella se corrió del lugar
en que se encontraba pues detrás estaba el niño.
De pie, de unos siete años, cabello negro,
vestido con camisa blanca, corbata negra, zapatos y pantalón también negros.
Madre e hijo se miraron largamente, casi
una eternidad.
Hasta que Renata se dio cuenta que los
ojos del niño estaban vacíos de humanidad.
Como pudo, se levantó de la cama y se tiró
al asfalto por la ventana que estaba abierta.
F I
N
Richard
4 de marzo de 2019
Me alegro de que resucites el blog, yo también resucito el vortice mental. Ademas no pude comentar el post en mewe. Configuracion? El caso es que aquí estoy, releyendo este texto de terror del bueno, huele a clasico a relato de culto del genero. Bravo Richard!
ResponderBorrarMuchas gracias amigo, es una gran alegria regresar a las fuentes, al lugar que me dio tantos amigos y satisfacciones.
BorrarAbrazo
Wowowowowowowowo... volver a leerte y con un relato tan intenso y espectacular, es más que una alegría. Felicitaciones muy, muy sinceras.
ResponderBorrarUn beso.
Que alegria saber de vos!!! Muchas gracias, sos muy cálida y amable. Espero te encuentres muy bien y feliz. Beso grande.
BorrarMe encanto, me mató la intriga. Muy bueno !
ResponderBorrarMuchas gracias Ana, por tu comentario y por acercarte hasta aqui.Beso y buenas noches.
Borrar