lunes, 4 de marzo de 2019

MADRE



Renata había tenido una mala noche, las pesadillas y los ruidos extraños no la dejaron dormir. Por momentos los sonidos de pasos dentro del pequeño departamento eran aterradores.
Se levantó a las siete de la mañana como todos los días y se dio un buen baño con la intención de despertarse pues estaba por demás somnolienta y cansada.
Al terminar, se envolvió con el toallón y fue a la cocina para encender el fuego de la hornalla y así calentar el agua de la pava y prepararse un enorme tazón de café.
Mientras se calentaba, abrió la heladera, sacó su dulce de higos, dos rodajas de pan y los puso sobre la pequeña mesa, también dejó una banana que sacó de la frutera.
Más sentía que no era una mañana más, estaba inquieta, sentía que la observaban de algún lado.
No hizo caso, se sentó en la silla y comenzó a untar uno de los panes con el dulce. El aroma a café comenzaba a inundar el sitio.
Estaba sumida en sus pensamientos cuando de pronto, un fuerte estallido la asustó sobremanera e hizo que se cortara el dedo con el cuchillo que estaba utilizando.
Miró hacia todas partes buscando el origen del sonido, pero todo estaba en orden y soledad.
Maldiciendo su suerte, abrió la canilla del agua fría y lavó la sangre que brotaba de aquel corte.
Con hojas de papel envolvió su dedo índice y se sirvió el café recién hecho.
Se sentó otra vez para terminar su desayuno.
El silencio en el departamento era abrumador, solo se escuchaban los latidos de su corazón.
Comenzó a beber su infusión mirando hacia la nada. El reloj marcaba las siete con treinta y dos minutos.
De pronto un dolor agudo le atravesó el estómago y se desmayó.
Despertó muy confundida y adolorida. Como pudo vio que se encontraba en un hospital y era de noche, no había nadie con ella.
Intentó levantarse, pero no pudo hacerlo dado el dolor en su vientre y el suero que tenía conectado a su brazo izquierdo.
Buscó algún timbre para llamar a la enfermera. Al accionarlo un agudo chirrido invadió el cuarto.
Aguardó unos minutos hasta que apareció una figura descomunal, una enfermera que pesaría doscientos kilogramos aproximadamente.
Sin saludar siquiera, la preguntó el motivo del llamado.
-Por favor, me gustaría saber cómo llegue aquí y que me hicieron pues no recuerdo nada. - dijo Renata.
La mujer, desagradable por demás, la miró y con cierto desgano le dijo:
-Cuando venga la Doctora le informará. - Y se fue.
Más confundida que antes, no obstante, decidió dormir y aguardar el día.
Despertó a las pocas horas con una serena luz entrando por la ventana a través de las cortinas.
Sus dolores eran intensos por lo que llamó otra vez a la enfermera.
Esta vez, apareció por la puerta del cuarto una mujer tan delgada que no podía creer se mantuviera en pie.
-Muy buen día señorita Renata, espero haya dormido bien. Dígame en que puedo ayudarla. - le dijo.
Asombrada por la cordialidad le preguntó por la Doctora.
La enfermera le respondió:
-Señorita Renata, todo a su debido tiempo. - Dicho esto se dio media vuelta y se fue.
Los miedos recorrieron su espalda. No sabía dónde estaba, porque estaba allí, como había llegado y que le habían hecho. Y para colmo no tenía con quien hablar. No podía imaginar siquiera, donde se encontraba su celular.
Juntando coraje, volvió a accionar el timbre, pero nadie acudió.
Cansada y atemorizada intentó calmarse y dormir.
Al hacerlo cayó en un sueño profundo. En él, se encontraba en su casa, en su cama, haciendo el amor de forma salvaje con un desconocido.
Su éxtasis era imposible de describir. Tampoco de su partenaire que definitivamente no era su novio.
Podía sentir en el sueño cada orgasmo y su mundo vibró cuando aquel hombre inundó su vientre de estrellas. No podía recordar otra vez que sintiera tanto.
De pronto y sin interrupciones, estaba en un auto fúnebre que corría a toda velocidad por una ruta vacía y oscura. No podía moverse.
En un momento se detuvo y escuchó el ruido de puertas abriéndose y los pasos de personas con prisa que la subían a ella en una camilla.
-Ya comenzó el trabajo de parto. - escuchó decirle a alguien mientras la llevaban casi corriendo hacia algún lugar.
Pudo sentir como la preparaban para dar a luz y escuchar una voz de hombre que decía:
-Si no puede tenerlo de forma natural, córtenla. -
Esto la despertó de su aterrador sueño, recordando todo.
También cuando la llevaron a aquel cuarto sombrío de hospital, la acostaron y la dejaron sola.
Volvió a tocar el timbre de forma insistente. La descomunal enfermera se paró en la puerta y le dijo con ronca voz:
-Cálmese que en pocos minutos vendrá la doctora y le traerá a su hijo. -
Lejos de calmarse, se horrorizó con la noticia.
¿Hijo? ¿Cuándo, de quién? Si hasta hace pocos días era una mujer sin compromisos serios, una empleada de Tribunales, con Jorge, su novio de la adolescencia, viviendo sola en un departamento de un ambiente y medio.
¿Hijo? ¿Cómo pudo ocurrir?
Dejó las cavilaciones de lado cuando escuchó pasos.
Y allí estaba, una doctora muy bella y sofisticada, tanto que parecía estrella de Hollywood.
Con voz muy envolvente y una sonrisa esplendida se presentó.
-Hola Renata, soy Camila, la doctora que ayer trajo a tu hijo al mundo. Aquí lo tienes. -
Fue entonces que ella se corrió del lugar en que se encontraba pues detrás estaba el niño.
De pie, de unos siete años, cabello negro, vestido con camisa blanca, corbata negra, zapatos y pantalón también negros.
Madre e hijo se miraron largamente, casi una eternidad.
Hasta que Renata se dio cuenta que los ojos del niño estaban vacíos de humanidad.
Como pudo, se levantó de la cama y se tiró al asfalto por la ventana que estaba abierta.
                                                            
                                                           F    I    N

Richard
4 de marzo de 2019





6 comentarios:

  1. Me alegro de que resucites el blog, yo también resucito el vortice mental. Ademas no pude comentar el post en mewe. Configuracion? El caso es que aquí estoy, releyendo este texto de terror del bueno, huele a clasico a relato de culto del genero. Bravo Richard!

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muchas gracias amigo, es una gran alegria regresar a las fuentes, al lugar que me dio tantos amigos y satisfacciones.
      Abrazo

      Borrar
  2. Wowowowowowowowo... volver a leerte y con un relato tan intenso y espectacular, es más que una alegría. Felicitaciones muy, muy sinceras.

    Un beso.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Que alegria saber de vos!!! Muchas gracias, sos muy cálida y amable. Espero te encuentres muy bien y feliz. Beso grande.

      Borrar
  3. Me encanto, me mató la intriga. Muy bueno !

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Ana, por tu comentario y por acercarte hasta aqui.Beso y buenas noches.

      Borrar