viernes, 15 de noviembre de 2019

LA DECISIÓN




Marina se encontraba abstraída en sus pensamientos, caminando con la mirada perdida por el viejo parque hasta que el sonido de pequeñas ramas quebrándose hizo que levantara la cabeza y allí la vio. Una anciana con paso firme venía a su encuentro.
-Hola, ¿me reconocés? - dijo secamente.
La mujer, un tanto sorprendida la miró y luego de un rato, con gran estupor, se descubrió a sí misma. Era ella, pero con muchos años más. Sonrió nerviosamente y asintió con la cabeza.
- ¿Estoy soñando? - dijo en voz alta.
-Sí y no, no importa. Escuchame bien niñita pues con cuarenta y tres años que tenés son una pendeja para mí. Yo tengo noventa y uno. Ahora bien, cerrá esa bocota grande que tenés y escuchame por unos minutos. ¿Podrás? -
La mujer joven seguía sin articular palabra.
-Bien. Prestame mucha atención pues debo decirte algo muy importante y tengo poco tiempo. - dijo la anciana y comenzó con el monólogo.
-En breve deberás tomar una decisión que alterará el rumbo de tu vida.
Sin temor a equivocarme soy la consecuencia de la decisión errónea que tomaste esa vez, una mujer agria, infeliz, peleada con la vida y hasta con la muerte pues la yegua, o se olvidó de mí o no quiere llevarme.
Estoy sola, sin familia y esos pocos amigos que tuve fueron desapareciendo con el tiempo.
¡ELLA FUE LA CULPABLE, ELLA LO BUSCÓ A EL!,- comenzó a gritar enfadada.
Marina seguía sin entender mientras la anciana seguía gritando.
-El sucumbió ante los encantos de esa puta, perversa y letal mujer. Fue débil como todo hombre, lo sé, pero esa, utilizó todos los recursos existentes para llevarlo a la cama esa vez. Tenía un motivo para hacerlo y ese era Yo, me odió desde el día en que nos conocimos en la facultad y más cuando me casé con él ya que había estado mucho tiempo enamorada de Hernán.
Él me amaba más que a nada en el mundo. Encontró solo sexo en ella y se arrepintió hasta de haber nacido cuando los descubrí.
Pero lo eché de la casa como un perro, sin escucharlo, tirando toda su ropa al medio de la calle. Fui mala, soberbia, enferma de falso orgullo, necia, terca y escandalosa. No pude ver el arrepentimiento en él, que era real, genuino, honesto, verdadero. ¡No escuché una palabra de lo que dijo durante meses!
Lo lancé a la calle entre gritos histéricos y sin miramientos…y él se dejó morir de hambre en aquel callejón húmedo y frío. Se murió de soledad y tristeza.
¡Ay, que mala he sido! No fuí capaz de soltar una lágrima cuando tuve que reconocer el cadáver.
Y lo único que logré fue que mi mayor enemiga saboreara la victoria que no era otra cosa que mi ver mi vida destrozada.
Pues el único hombre que me amó de verdad, murió solo como un perro.
Como estoy yo ahora, sola, eternamente sola en este mundo. - terminó diciendo entre sollozos.
La anciana debió sentarse en uno de los bancos pues estaba agotada. Marina la ayudó.
-No, no te preocupes que ni la muerte me quiere, he rogado en todos estos años que viniera por mí para terminar con este dolor y nada, no me escucha.
Marina, en poco tiempo ocurrirá, no te pido que hagas lo que no sientas, solo te pido te detengas un instante a pensar, solo te pido converses con él. Si no podés aceptarlo, está bien, pero recordá esta conversación. Tu decisión condiciona tu futuro. Hablá con él.
Adiós pequeña, - dijo mientras su figura se desvanecía ante sus ojos.
Consternada Marina no sabía si lo que acababa de vivir era real o no.
Visiblemente alterada decidió regresar a su casa.
Al llegar abrió la puerta y lo primero que escuchó fueron los gemidos gozosos de una mujer. Corrió hacia el dormitorio y allí estaban: Isabel, su amiga y Hernán, entregados de pleno al placer carnal.
Se alejó a los tumbos, mareada, desconcertada, perdida.
Su esposo corrió detrás de ella gritando su nombre con un dolor que desgarraba el corazón, más para ella, era solo un murmullo.
Ya en la calle Marina caminó toda la noche, llorando de forma desconsolada. Gritando furiosa.
El amanecer la encontró sentada en la arena de la playa desierta mirando el horizonte con la vista perdida en algún lugar de su alma.
El frío no hacía mella en su delgado cuerpo. Su cabeza seguía danzando por los confines del Universo buscando la respuesta.
De pronto sintió que una mano se posaba sobre su hombro.
Era él.
Se sentó en la arena y frente a frente comenzaron a charlar. El sol del medio día estaba a pleno y ellos continuaron con su plática, alejados del entorno, enfrascados en ese mundo frágil que habían construido pero que había estallado en miles de pedazos como si fuera cristal.
Ya en el ocaso y cuando el sol se hundía en el fondo del mar, se pusieron de pie y luego de un cálido abrazo se despidieron.
Ella abandonó la casa a los pocos días, y se fue muy lejos para no volver más. Sin gritos, ni peleas, ni reproches, no podía perdonarlo, pero tampoco sintió que debía castigarlo.
Decidió comenzar una nueva vida pues sabía que un nuevo amor estaba aguardándola. Se entrecruzaban la tristeza con la esperanza hasta que, en el cielo, desde la ventanilla del avión, vio el rostro de una mujer anciana. Tenía un gesto dulce…
F I N

Richard.
Año 2015, editado 15-11-2019
















1 comentario:

  1. Hermosa historia.
    Nos invita a reflexionar a nunca tomar decisiones cuando estamos alterados por alguna circunstancia. Primero hay que respirar profundo, y tomarse un tiempo hasta que vuelva la calma. De lo contrario, lamentaremos el habernos precipitado al tomar una decisión que puede marcar nuestros destinod, nuestras vidas.
    Saludos Ricardo.

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