Noche de otoño en
Buenos Aires; fría, lluviosa, noche de mierda dicen los indigentes que viven en
la calle.
La gente común
corre para llegar a sus casas, donde se refugiarán y curarán las heridas de las
batallas libradas durante el día, el trabajo, el caos vehicular, el dólar, el
partido de futbol. Tomarán su cena, hablarán con sus hijos, hablara o no el
matrimonio entre sí, para luego dar paso a la televisión o quizás un buen libro
en la cama luego de un baño reparador. Una forma elegante de seguir en
silencio.
Los más osados y
quizás más felices saldrán a comer a un restaurante, a ver una obra de teatro o
una buena película, son los solteros o divorciados.
Otros en cambio,
salen cuando la noche ya se hartó de tanta nostalgia y melancolía.
La penumbra los
envalentona. Son los crotos y elegantes, formales y extravagantes, de traje y
estrafalarios.
Es cuando el bandoneón
de Piazzolla estalla en el corazón de la noche y las voces de Sosa o Goyeneche
retumban en las callecitas porteñas, "que tienen ese no se que
¿Viste?".
Son almas
solitarias. Son almas heridas. Son almas antiguas.
A veces calman su
dolor con una puta barata de algún cabaret antiguo. Pero cuando terminan, el
vacío es más grande. Y se acuartelan en una botella de vino rancio o cinco
botellas, lo que alcance.
Cuando el bar
cierra, salen haciendo eses por el medio de la calle, algo que es motivo de burla
de jóvenes drogados y alcoholizados que tampoco pueden mantenerse en pie.
Las nenas de
quince años que están tambien alli, casi desnudas y tan drogadas como ellos, ya
no tienen futuro, lo perdieron en la primera pitada de Paco que dieron.
Los violentos que
nunca faltan están al acecho de una víctima, armados con cuchillos o navajas
para robar, violar y hasta incluso matar.
Ellas, las putas,
casi desnudas y cagadas de frío tratan cada noche de conseguir un cliente para
llevar algo de plata y darle de comer a sus hijos.
Y faltan ellas o
ellos, como quieras llamarlos. Los que ofrecen sexo como mujeres siendo hombres
a los hombres que buscan sexo para sentirse mujeres.
Este es el mundo
donde vivimos, nada ni nadie es mejor que nadie.
Es que solo se
trata de vivir la vida como cada uno puede vivirla.
Nadie tiene la
culpa de nada, cada uno sabe porque tomó ese camino.
Nadie imagino
siendo niño, un futuro así. ¿Sera cuestión de recordar los sueños que teníamos
a esa edad?
¿Servirá de algo
hacerlo o ya es tarde?
Solo puedo estar
seguro de algo, nunca es tarde.
Pero esa decisión
es de cada uno.
Richard
Me quedo con el final... nunca es tarde.
ResponderBorrarUn beso.
Hola Alma!! como estás. Muchas gracias mi buena amiga. Beso
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