lunes, 6 de mayo de 2019

¿COMO SE VIVE LA VIDA SIN COLORES?




Todo comenzó tres meses atrás cuando estaba a punto de casarse con Federico, quien secretamente tenía amoríos desde hacía tiempo con su amiga Ana.
La noche anterior al casamiento este huyó con su amante de aquel pueblo y nadie supo más de ellos.
Leticia lloró durante días, semanas, meses. Su corazón se había partido como un bello y frágil cristal golpeando el piso y estallando en miles de pequeños fragmentos.
Los días transcurrían monótonos y grises para la bella muchacha; no sonreía, casi que no hablaba, comía poco y su color natural, rozagante y pleno de vida, hoy era una pálida y sombría anciana de mil años, sus ojos estaban vacíos, su alma perdida.
Sus padres comenzaron a preocuparse por su salud, tanto física como emocional y la obligaron a visitar al médico quien solo encontró un problema: tristeza.
Parecía que nada ni nadie la podría sacar de aquel pantano de dolor.
Hasta que un día recibió una carta que no leyó hasta pasada una semana.
Una noche la encontró en su mesa de noche y tuvo el impulso y la curiosidad para leerla.
No conocía a nadie que pudiera escribirle y sabía que Federico no lo haría.
Con el sobre en la mano miró el remitente y leyó un nombre: Thomas Decandiburu.
Intrigada abrió el sobre, sacó la carta y se dispuso a leerla:

“Mi querida dama.
Espero no tome a mal lo de querida máxime viniendo de una persona a la cual no conoce, pero espero que, al terminar esta misiva, lo acepte con agrado.
Mi nombre es Thomas y tengo la fortuna de conocerla a través de una foto que se le cayó en la calle a un joven delgado y alto, cuando se sacó la campera. El mismo estaba acompañado por una joven rubia de baja estatura.
Cuando se alejaron, la alcé del piso y contemplar su belleza cambió mi mundo hasta esos momentos. Observé en el reverso que decía su nombre, Leticia y la fecha. Debo decir que reconocí al joven que estaba a su lado que no era otro que el que dejó caer la foto, pienso que sin intención.
Puedo imaginarme un momento triste en su vida pues a él se lo veía demasiado feliz, por lo que fue usted la que terminó lastimada. Tan solo suposiciones, espero sepa disculpar mi intromisión.
Debo confesarle que en cuanto la vi quedé perdidamente enamorado de usted, durante el día no pasan más de diez minutos sin que necesite ver su imagen y durante la noche la llevo colgada de mi cuello como si fuera un medallón de un valor incalculable. He escrito miles de versos profesando mi amor y miles de palabras para describir su belleza. Las tengo guardadas para cuando quiera leerlas.
Y debe saber que no puedo vivir más así, necesito conocerla, que estemos frente a frente, oler su perfume, mirar su alma a través de sus ojos, escuchar su voz, rozar su piel, verla sonreír, sentir su aliento.
Fue entonces que me aboqué a encontrarla. Con un solo elemento, la foto, debía resolver su paradero. Y lo hice al reconocer los tres cerros a vuestras espaldas.
Recordé que estuve allí de niño con mis padres y hermanos. También recordé el pequeño pueblo a sus pies.
Deduje que tú, Leticia, vivirías allí.
La alegría que me provocó no cabía en mi cuerpo. Hace unos días envié a un emisario para confirmar tu existencia y tu ubicación exacta.
Y no lo dudé más, quiero vivir mi vida contigo, te amo con todas mis fuerzas y no puedo seguir con mi vida si no estás en ella.
Quiero que sepas que soy agrónomo y me han llamado para un trabajo muy importante en la ciudad Jardín del Pacífico, distante cien kilómetros de tu pueblo.
Quiero casarme contigo apenas lleguemos a Jardín y jurarte mi amor hasta que la muerte nos separe.
Te amo Leticia, te amo con locura, con pasión. Espero puedas comprender que mis sentimientos hacia ti son genuinos y honestos.
Sé que es una locura esto, pero…
¿Qué es la vida sin una cuota de locura amor mío? ¿Cómo se vive la vida si no tiene colores? ¿Cómo se vive la vida sino persiguiendo el amor hasta el último aliento?
El viernes veinticinco de mayo estaré en el tren que se detendrá unos minutos en tu pueblo a las doce del mediodía.
Me encontrarás aguardándote en el vagón con una rosa blanca en la mano.
Solo ruego al Universo me estés aguardando en la estación.
Ten en cuenta que ese tren pasa solo una vez.
Y si no subes habrás sido un bello sueño y me siento feliz de haber soñado contigo.
Con amor,
Thomas”.

Medio día del veinticinco de mayo.

Leticia está en el andén de la vieja estación, sentada sobre una valija cargada con ropas y recuerdos, de aromas y sueños de niña, con su paraguas negro y la boina, regalo de su madre, contemplando como se acerca el tren que la llevará lejos de allí, a vivir una nueva vida, su vida, con su amor que todavía no conoce en esta vida, pero lo reconoce de otras.
Su corazón no puede contener tantas ilusiones y esperanzas, la emoción la embarga...el tren se ha detenido para que ella lo aborde y encuentre a su amor.

                                                         F I N
Richard
06-05-19

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