domingo, 19 de mayo de 2019

EL BARCO DE PAPEL




Cae la tarde sobre el pueblo, mi barrio, mi casa, mi hogar.
En algún lugar, los dioses aburridos, decidieron jugar.
Cargan el cielo con rayos de luces puras del Cosmos
para descargar luego, relámpagos de hipnóticos colores,
sobre un mar ya furioso, que levanta olas hasta rozar las nubes.
Los truenos rugen y asustan, la tormenta toca a la puerta.
Las aves buscan sus huecos, los animales su techo, la gente sus casas.
De pronto un duro silencio, un mar extrañamente sereno, el viento que deja de correr, el corazón de latir.
La lluvia ha llegado y aguarda. Ya es hora.
La metralla de gotas de agua se dispara furiosa doblegando todo a su paso.
El viento feroz que dobla tallos y árboles.
Mientras las gotas caen como bombas sobre el mar, jardines y campos.
Las hojas verdes se quiebran, las flores vuelan libres a merced del viento.
Los juncos se doblan y esconden sus cabezas en la laguna.
Los frutos caen de los árboles y se estrellan contra la tierra.
Los perros se refugian en porches de casas, jardines, estaciones de servicio.
Ateridos de frío miran con ojos tristes como llueve.
Están pensando en cuándo parará la lluvia.
Entonces uno los mira, te miran a los ojos y siguen mirando a la lluvia.
En pocos minutos la furia desatada inundó las calles.
Los campos se anegaron y las lagunas desbordaron.
El mar sigue bravo, aunque sin ganas de hurgar por los caminos del pueblo.
Es cuando una fina y tenue llovizna abraza las almas.
En ese respiro, los pueblerinos aseguran puertas y ventanas.
Cubren plantas y flores, guardan autos y bicicletas.
Saben que solo es el comienzo de una larga noche de tormenta perfecta.
Apenas minutos pasan para que arrecie la lluvia con más ímpetu que antes.
El viento desatado solo quiere soplar y soplar con todas sus fuerzas para demostrar su poder.
El mar se contiene furioso quizás con ganas husmear por alguna calle costera.
La gente en sus casas se mantiene en paz, escuchando el crepitar de los leños en las chimeneas.
Será una larga noche de lluvia y viento más.
El frío, escondido en la niebla del mar llegará para meterse en los huesos.
Mas todos combatirán la melancolía con abrazos y besos, historias y música.
En el seno de cada familia, el calor se enciende con risas, juegos y anécdotas, comidas calientes y bebidas fuertes.
En la hoguera de nuestro amor nuestras almas arderán,
pues surcaremos la tormenta en nuestro barco de papel.
Al amanecer, cuando un nuevo y eterno sol, nos abra los ojos será el momento de izar velas y navegar hacia la eternidad.

Richard
19-05-19

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